domingo, 26 de septiembre de 2010

Triste por mi equipo


Hoy llegué al estadio con la fe puesta en el equipo que ví ayer en el hotel. Con una gripa de esas bien cansonas, pero abrigada hasta las dientes me senté a ver un partido en el que, los primeros 20 minutos me tuvo tan contenta como cuando veía al equipo del 2008.

Toda esta alegría y expectativa murío cuando Gabriel Fernández patea un penalti a las manos del arquero, quien, déjenme decirles, estaba tan asustado como un novato. Creo que en ese momento no sólo a mí se me acabaron las ganas de seguir viendo tan patética escena: el número 16 del campeonato que va que se las pela para la B le gana al equipo, para mí y muchos, más grande de Colombia.

Qué dolor tan grande ver como esas "gallinas" nos gritaban de todo y más triste aún ver cómo el equipo se fue para el piso gracias a este señor argentino. Con razón ayer en el hotel sólo recibió a unos periodistas azules y a mí ni siquiera me quiso dar un saludo decente para este blog.

No sé qué pasó en el segundo tiempo con el equipo. Resurgió mi esperanza al ver que ingresa Galván por Duván Zapata, pero poco fue lo que vimos de todos. Sólo unos pases mal hechos, no pasaban de su mitad de la cancha y se quedaron perplejos al ver el segundo del equipo chico que se convirtió en grande en 30 minutos.

Atrás quedó la sombra de la B para ellos y a nosotros nos tocó salir del estadio con la cara larga y con la pregunta de cómo pretenden ser locales contra Nacional en Bogotá?

De todas formas, no dejaré de querer al Rojo, y eso es lo que creo que esperan los jugadores, que los apoyemos a pesar se todo.

martes, 14 de septiembre de 2010

Un revoltijo de emociones

El próximo viernes tendré la sustentación de la tesis en la especialización que estaba realizando. Quiero salir pronto de ese tema porque no he podido tener tranquilidad ni pensar en cómo conseguir trabajo en mi nueva ciudad.

Después del viernes ya podré analizar con cabeza fría una oportunidad que me han brindado y quién sabe si será una prueba o si en realidad necesitan de mí.

Estar en Bogotá me pone extraña. Quisiera estar aquí como antes. Con todo lo que tenía hace un año. La compañía de mi hermano que todavía está acá conmigo, de mi novio que sí está lejos y de mi mascota que también está distante. Hace un año todo era diferente. Teníamos muchos planes en mente, pero este año nos trajo muchas cosas negativas que, aún hoy, no hemos podido vencer.

En la nueva ciudad me he dado cuenta de muchas cosas, además de observar que es como en todo lado: entras a trabajar a un sitio por rosca y lo más grave de la rosca es no estar en ella. Personas que tenía en cierto concepto cambiaron a un lado negativo para mí y en mi mente ya no los podré ver y aceptar igual.

Pensarán que soy negativa, pero hay muchas situaciones y circustancias me hacen pensar que no vale la pena luchar como darse cuenta de que no estudiaste para nada, que no valoran lo que sabes y que prefieren darle el trabajo al niño hijo de cierto personaje así éste no sepa nada.

Varias cosas vendrán. Ojalá esa mala racha acabe, pero desde el sábado espero que todo se vea diferente.